Aquí me hallo en el puente de Saint Charles, uno de los lugares mas hermosos en una e las ciudades mas hermosas, mi amada Praga, y aun así en mi ser solo puedo llorar a la vez que sonrío, ambas acciones se turnan en una espiral de entropía.
El paisaje del atardecer me conmueve, pero mas lo hace una mujer que arrodillada junto a su perro ruega por algo que los turistas, ajenos a sus gritos silenciosos, quieran darle.
Cierro los ojos y es cuando mi viaje comienza.
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