Sentí su olor tan cerca de mi que quise salir corriendo y alcanzarle, pero me detuve, justo antes de doblar la esquina, ya no estaba, no había rastro alguno de su paso por allí, quizá era el destino diciéndome que parara, que esa bella mariposa tan solo me traía desastre consigo, sin embargo con la terquedad a mil seguí mi rumbo, y, justo cuando me di por vencido, la vi de nuevo, tan bella y tan frágil, de un salto la alcance, pero solo me basto con acariciarla para que mi vida entera colapsara.
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