Mi abuela me contó una vez que cuando nacemos, el primer animal que nos percibe introduce una pequeñísima parte de él en nuestra alma.
Bajo mis pies, el Mare Nostrum vibra recordando los cascos de tantos barcos que meció y que abrazará. Un murmullo lejano me llama: es el eco de los pueblos que habitaron estas tierras. Galos, griegos, romanos. Todos hechizados por el sabor a lavanda y sal. Inspiro la brisa de la costa ligur y carraspeo: una pluma de golondrina me hace cosquillas en la garganta.
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