Viajar por los lugares de Dios, por ese hermoso atardecer acercándome a mi destino, entrando en un rigoroso miedo a las turbulencias del avión, mi alivio es pensar que iré al lugar que tanto soñé de niña, ver las artes y su hermosa torre ¡la grandiosa torre Eiffel! pagar un hotel cerca y en la mañana ver su vista, la que veía por imágenes, tomar café y escribir sobre cada parte que llena mi alma, y mi agobio sentir que aun no estoy por esos altos y de repente caer pensando que tengo que hacerlo.

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