Estando en el bosque me perdí, sabía que mi viaje iba ser traumático, pero al final me llevaría a conocer a ese ser maravilloso que me haría gozar de su reverencia plena.
Tenía que conseguirlo a él, de su mano recorrería ese largo y penoso camino, pues él ya lo conocía, y yo lo admiraba.
Frente a mí una montaña, al intentar subirla tres bestias bloquean mi camino y de repente él aparece.
Al verme tomó mi mano y dijo: hijo, vamos se hace tarde!
Yo con admiración y miedo respondí: ¡DANTE, vamos!
OPINIONES Y COMENTARIOS