Sé que es el viaje que me queda por hacer, aunque en el fondo, creo, que cada día mi alma se asoma a la frontera de las dudas, con el único equipaje de la eterna incertidumbre, que espera paciente, el tren del infortunio o de la suerte efímera.
El revisor, no pide billete porque los miedos no conocen límites y el silbido lejano de los sueños perdidos, se pierde con el humo de los vagones del tiempo, que se dirigen rumbo a los temores de un pasado, vestido de futuro y presente en mi presente.
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