Mirábamos indiferentes el plato de pasta y la televisión.
Mi aburrimiento se transformó en deseo de viajar a tus silencios. Comencé a preguntarme por dónde fluye tu alma; si en ti corre un río que transporta perfume de lavandas y jazmines o vas a visitar paraísos llenos de unicornios y hadas.
Repentinamente tu voz me encantó con la propuesta de irnos a cumplir nuestro viejo sueño de visitar Rishikes, meditar sentados a la orilla del Ganges y reencontrarnos.
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