Lucas camina descalzo por la fina arena blanca, deambula sin pensamiento y con sentimiento en la eterna playa sin nombre.

Un libro, una hamaca y una cerveza son requisitos indispensables. Maravillosa y cruel ilusión irrisoria en esta realidad de contraste, que se desvanece abruptamente ante el estallido del motor.

Lucas cierra los ojos entregándose sumiso a su viaje soñado, los abre para tomar la mano de su compañera desconocida e invitarla a la perpetua fantasía del paraíso en el cielo.

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