Es verano, ella caminaba animosa bajo los cerezos con su delantalcito floriado, sus ojos alegres y aquella sonrisa en los labios.
Me quedaría así por siempre mirando sus manos cocinar, con la rapidez de una maestra.
¡Eras mágica Ita mía!
Iluminabas el espacio donde estabas, eras inocencia, sonrisas y mucha alegría.
Contigo mi dulce abuela se ha ido todo.
Quisiera un último cumpleaños tuyo, para reunir a toda la familia el primer día del año; en un intento loco por hacer un viaje a la inversa.
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