Recién casados, están en el estudio del fotógrafo del pueblo. El fotógrafo cree saber lo que cada uno piensa, los conoce desde siempre. Pero… ¿cómo llegaron a esto?
Sonríen los dos; él, de felicidad; está con la mujer que ha elegido, de muy buena familia, trabajadores, una chica de su casa. Va a ser muy buena ama de casa, lavará, planchará, le hará comidas apetitosas, le dará pulcros niños (todos los que Dios fije) y le fabricará la ropa como hizo la mamá con él. Ya está, formó la familia como dicta la tradición.
Pero ella… solo su boca sonríe porque sus ojos no dicen lo mismo: están tristes, con los párpados caídos; el ramo le tiembla en la mano, el vestido es incómodo (lo usaron su hermana mayor y sus dos primas), sabe lo que está pensando: “¡Cuándo terminará toda esta farsa!”
En realidad, fue un casamiento programado por los padres de ella; al hijo de su amigo le atraía su hija, la del medio, lo había cautivado con su belleza simple y lo arrastraba hacia instintos no buenos. Ella no sabía lo que sus padres y su futuro esposo tramaban, se enteró cuando ya todo estaba organizado, no pudo decir que no.
Piensa que lo que sigue será una larga historia de amor no correspondido, como en tantas radionovelas que escucha por las tardes.
–Nunca he conocido hombre –repasa mientras lo mira de reojo– nadie me explicó cómo se hace. ¡No quiero acostarme con él! –casi brota de su garganta con un grito desesperado.
Se da cuenta de que todo termina y que todo comenzará; en un instante se relaja, se detiene en la fiesta familiar y su sonrisa cambia: –¿Posiblemente no sea tan malo estar con él?– se convence.
Ahora se dará vuelta y lo mirará, por primera vez, con ternura.
Autora: Griselda Bosi
Historia: La historia es real, es el casamiento de mis abuelos.
Foto: Es meramente ilustrativa, no conseguí la foto de ese casamiento.
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