Me importa que Daniel no sepa comportarse. Pensarán, esta mujer no ha sabido educarlo… Tendrían que ver las que he pasado en el colegio.
Y Luis sin responder, después que hable, como siempre. Debería apuntar las veces que me siento con Daniel por alguna causa, por saltar en el sofá, por levantarse de la mesa… Y tendría que plantarle la libreta en la toda la cara.
Qué pasará por la cabecita de Daniel, qué pasará… Mira esa madre, qué tranquilito el niño. Tengo que comprarle una parca como esa… qué tranquilidad de niño. Bueno… tampoco se trata de tener un mueble, eso tampoco. Pero me resulta tan difícil hablar con él. Es tan nervioso, y con tantas ideas que lo interrumpen. Me daría una pena terrible tener que medicarlo.
Qué habrá hecho…
Tuvimos aquella conversación, y habíamos hablado tan bien. Al levantarse recogió antes de almorzar… No creí que durase. Pero mira. Hasta hoy, que no sé lo que habrá pasado. Mucho me engañaba, mucho, parecía tan… tranquilo. Será como dice Luis que es, que aquí no pegamos. Me cuesta horrores, cada vez más, venir y dejar el Ibiza a dos manzanas, qué más dará si lo ven, pero es que son…
Repito vestido, no; no lo sé. Ni tiempo he tenido de pasar por casa. Nunca llaman del departamento, pero hoy sí, y con tanta urgencia. Me pusieron tan nerviosa que debieron escuchar el tarro de fondo y llamaron luego para que no me preocupase, que estaba bien, pero que viniese cuanto antes. Ya le daré las gracias a Lola por cubrirme. A ver cómo se lo pago a esta mujer…
Me pareció contento aquel día. Nos hinchamos a hablar de estrellas y planetas. Conocía los nombres de las constelaciones y dónde estaba cada una. No me creo que tenga que medicarlo, si recuerda lo que cenamos hace tres semanas… Y esas figuras del póster, fracciones… fractales. Parecen cosas que se estudien en la Nasa. “Objeto cuya estructura se repite a diferentes escalas”, como el Brécol Romanesco,
las conchas…
Dentro de ellas se repite la misma imagen, aunque amplíes lo que amplíes se repiten y se repiten, como espejos dentro de espejos.
Hablaba como si fuese lo más normal del mundo entenderlo a su edad, y yo, a duras penas entendí la definición.
Retrasaron los resultados del test por ser tan alto, demasiado decían, y no podía ser. A mí no me pilló por sorpresa, que no me hace falta ningún test para saber cómo es mi hijo. A lo mejor al padre sí le hace falta, que debe estar muy ocupado. Aunque llame no pienso cogerle… Para qué apuntaron esas notitas en el dichoso Test, para que las viera él. Que le aburrían las clases, que perdía el interés y no paraba de moverse. Hasta de los tics tuvieron qué decir; que hacía muecas y pestañeaba en exceso para atender lo suficiente… eso debajo del resultado. Ridículo…
No tengo estudios pero hice bien por enterarme, a ver qué problema tenía mi hijo. Y mi hijo no tiene ningún problema. La Junta es la que tiene el problema que no sabe que hacer con niños como Daniel. Y es de lo más fácil catalogarlo como hiperactivo, y fuera problema. Mi hijo es muy listo.
Fue horrible la primera vez. La abstinencia… y lo nerviosísimo que estaba, después la depresión… no quiero medicarlo. De ninguna manera.
Le dije, Daniel, por qué estás triste.
Porque me aburren las clases mamá. Me aburro. Hoy estaba mirando moscas y el de lengua me dijo que parecía una mosca que no se paraba quieta.
Las moscas son muy veloces hijo. Su vida pasa chummmm, a toda velocidad. Pero ellas sienten que pasan años. Los lentitos somos nosotros. Si no, a ver si das pillado una.
Entonces, empezó a preguntarme si lo veía tan rápido como a una mosca. Bueno, tan rápido no cariño, eres como un gatito, como un perrito listo, solo siete veces más. Más qué el profesor, me preguntó. Sobretodo que el profesor… Y nos reímos. Era la primera vez que lo hacía sentirse tan bien.
Después no lo interrumpí, para qué si estaba tan alegre… Me preguntó si era verdad que las moscas veían su vida pasando muy lentita, como la nuestra, y, si cuanto más grande era el animal la vida se hacía más lenta, como para compensar. Qué le iba a decir, que sí. Imagínate los elefantes. Los elefantes parece que van a cámara lenta. Y los árboles, seguro que se están moviendo y ni nos damos cuenta. Y las que ganaban eran las piedras…
Me preguntó si cuando él se hiciese mayor se volvería más lento, y si yo veía pasar las cosas más rápido que de pequeña. Y le dije también que sí, que sí a todo… No sabía qué decir. Podía haber estado despierto toda la noche. Pero al mandarle que se metiera en la cama, me hizo caso a la primera. Se levantó ordenando los juguetes, e hizo la cama a su manera, echando por encima la manta. Pero yo feliz. Y así estuvimos dos meses. No saltaba en el sofá, se habían terminado las llamadas del colegio… y hablábamos por la noche de fractales y cosas que se repiten en pequeñito, del universo y de lo que quisiera. Hasta aquella lámpara le compré, que reflejaba constelaciones. Por eso, es fastidiado que te vuelvan a llamar…
–Buenas, pase.
A ver qué quiere éste. De qué se trata, le dije aburrida.
De esto. Esto es lo que dibujó su hijo para el día de la madre. Me gustaría, nos aclarase qué significa.
Sonia no te rías… Me mira como si estuviese borracha.
Sabe usted la gravedad…
Lo puso en alto. Había una chica pintada con mi color de pelo, al lado un perrito y una flechita que apuntaba al nombre: Daniel Fractal, y en rojo, en grande: “Feliz día de la madre. Gracias mamá, por enseñarme que tengo Alma de perro”…
OPINIONES Y COMENTARIOS