Camino entre sombras,
tratando de escribir mi vida,
tratando de borrar mis recuerdos,
viendo mis secretos en miradas ajenas,
esas que manosean mis pensamientos,
esas que se escurren entre mis ojos.
Solo soy quien soy,
no podré decir lo que soy,
solo humano, sin alas, solo humano.
transformo los sueños en alcohol,
escucho el murmullo de la gente entre el humo,
se desvanece mi vida en esta realidad.
Cada paso hacia la nada,
trazando un camino de vacíos,
pero sin mentiras,
dejando huellas,
esas que se borran con la lluvia,
esas que se van por la alcantarilla.
y sigo siendo eso,
humano, sin alas, solo humano.
Un cuerpo sincero,
sin preguntas, sin respuestas,
un alma sin sacramentos,
que se va con cada respiro,
que vuelve con cada palabra.
A veces no estoy,
a veces me pierdo en mi silencio,
a veces estoy donde estoy,
en mi recinto sagrado,
en mi.
Tratando de encontrar sentido,
a las cacofonías de la sociedad,
a los vacíos, a la mentira, a la sobriedad.
y al final me doy cuenta que soy esto,
humano, sin alas, solo humano.
Cuanto pesa el vació en la nada,
cuanta nada podemos soportar,
y si la nada es todo, cuan todo vale la pena.
Camino despacio,
mientras la vida se escribe sola,
ya no tengo palabras,
solo mis ojos que miran hacia la nada,
mientras pasan las sombras,
mientras el murmullo de la gente se desvanece,
mientras vuelvo a mi recinto sagrado.
respiro profundo,
Libros vacíos, caratulas de color,
es lo que hay,
mientras tanto,
solo trato de leer mi vida,
mientras tanto,
un libro lleno de errores,
un libro sin posibilidad de correcciones.
Camino con cuidado, ahora que veo el vacío,
al borde me mantengo,
sin distracciones,
mientras el alma solo quiere ir,
hasta el fondo,
hasta la purificación de la nada.
me aferro a esa manos,
esas que me mantiene en el camino
esas que no dejan ir mi alma al infinito vacío,
esas que aprietan fuerte,
mientras me balanceo entre la realidad,
y eso que soy,
humano, sin alas, solo humano.
Posando mis garras en los tejados,
abriendo mis alas para sentir el aire,
observando la presa en la noche,
y sin embargo me doy cuenta,
que soy yo, la presa que observa.
En estos campos de desesperación,
las notas musicales, se vuelven poesía,
las palabras, agujas que traspasan el pensar,
el silencio, el mas preciado tesoro.
No hay oídos que escuchen
los lamentos del olvido,
no hay voces que callen
las voces interiores,
no hay humanos aquí.
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