Te escribía en la oficina
entre apuntes contables, llamadas y reuniones.
Iba enredando palabras, inventando historias,
creando sapos que en realidad eran personas,
y gente que solamente existía
en el momento en el que juntas, los convertíamos en canciones.
Me despedía de ti con un beso.
En tu cara tibia,
caía el amor de madre como polvo de hadas fresco.
Yo me iba muy temprano,
antes del alba.
Entonces, culpable, te escribía versos, historias, una madeja de palabras,
con las que jugábamos juntas entre mantas, al regresar yo a casa.
Y hoy, así, sin darme cuenta,
sacas tu propia pluma
para escribir sola, la historia que continúa.
Pero…
esta noche quiero regalarte un cuento,
celebraremos que la luna baila al son de unas campanas imaginarias,
y te regala su luz a través de un minúsculo resquicio de tu ventana.
¡Salta!
¡canta!
¡vuela alto con mis palabras!
seré poeta sin lápiz,
sin pasado,
sin huella,
cantautor sin guitarra.
¡Ven!
te llevaré por tus sueños al nacimiento de una nueva alborada,
viaja conmigo al país de la hadas,
inventemos historias de monstruos feos, que viven con las garzas en lejanas montañas.
Subiremos a lomos de un águila blanca,
que estrena sus nuevas alas de plata, para lucir en la boda de su prima hermana
la higuana.
Haremos un corro alrededor de una hoguera,
saltaremos fuegos,
nos emborracharemos del humor de los vientos,
y seremos libres como margaritas azules que roban su color al cielo.
¡Salta!
¡canta al calor de las llamas!
gira en la rueda de tu alegría,
¡respira!
¡juega!
piensa en las princesas tristes de boca de fresa,
ya no tienen penas,
sólo disfrutan del amor que sienten por ellas.
Libres, corren como gacelas.
Ahora son chicas alegres que comen perdices y meriendan cerezas
y eso, si es lo que desean.
En este cuento no lloran los niños,
no hacen falta los médicos,
solamente los poetas.
Las calles están libres de gente corriendo,
hay jardines
y arroyos y cielos repletos de estrellas,
no hay caras tristes,
no hay caras viejas,
sólo mucha experiencia.
No suenan sirenas.
solamente se escuchan muy cerca
¿lo aprecias?
ese acordeón con su melodía que alegra la fiesta.
A los vampiros
ahora les gusta el jugo de fresa,
y el hombre lobo, tiene cara de lobo
pero corazón de niña traviesa.
Supermán ya no utiliza su fuerza,
está de guardia por si quisiera regresar la tristeza.
Si tu eres cenicienta,
yo seré tu hada madrina.
No soy hada vieja, recuerda,
sólo es experiencia.
Los siete enanitos, regresan de sus pesadas tareas,
pero ya no cargan pìedras,
son sacos vacíos de pereza.
Y las luciérnagas,
son aquellas,
las que vuelan, ¿las ves?.
Engalanan el cielo con sus luces violetas,
acercándose a la luna mientras hacen divertidas piruetas.
Duerme, cierra los ojos, sueña esta noche,
y a partir de mañana…
salta, canta, vuela alto con mis palabras,
escribe tu vida porque,
tú como yo,
eres poeta.
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