Sed de sangre en la carne,
hambre de carne en la sangre,
soy un jaguar malherido,
un rey coronado de espinas;
el maná ofrecido por la selva
me dio la espalda
cuando más lo necesitaba.
Ahora, el alfiletero de hocico y garras
hierve y supura,
el aguijón de la supervivencia,
multiplicado y feroz,
me roba hace días el aliento,
la voluntad de lamer
y de ahuyentar insectos.
Pobre animal,
bestia inocente
-dirán los que se duelen
como yo no puedo,
sin jungla de las ideas,
sin jaguar supremo,
sin piedad salvaje.
Soy un jaguar con miedo,
tan majestuoso y letal
como insignificante;
angustia y fiebre
me llevan al delirio y sueño
que bebo agua en un arroyo
mientras se apagan mis sentidos.
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