En un sentimiento, se hace necesaria la génesis de su motivo. Prima facie, la melancolía. El alma humana, inquieta y atormentada, ansia la noche, cual ápice a su dolor. Ahí, en lo absorto del momento, se explaya en terrible lamentación.
¡Gratificante y sanador, desgajar uno a uno, cual verso ardiente y delirante, el motivo que lo arrastra y encadena!
El rostro mojado y pómulos enrojecidos por las lágrimas, ofrece en lo absurdo un panorama gratificante. No porque me alegre del dolor del otro, o del mío. Si no porque un alma que llora y gime, refleja ante el mundo las partituras de su composición.
Me aterra la insensibilidad, que acerca al hombre a la bestia, y refleja un alma enferma y en decadencia.
El dolor, muerte e intolerancia, que orbita en la atmósfera terrestre, nos hala a un alto grado de depresión.
Innumerables situaciones nos hunden en el maremágnum de descomposición social que nos satura, y asfixiados, decaemos en el mar de la melancolía, que marca de una buena vez, los pasos del hombre hacia la enfermedad, hacia su propia destrucción.
Los animales como seres especiales y sintientes, hacen nuestro entorno más llevadero y sanador. Pues transmutan energías dañinas, además, de su dulce compañía.
Cómo pesa la luz en esta noche triste
Cómo pesa el dolor
Cómo pesa la muerte.
¡Oh, terrible lamentación!
Sea hecha la tristeza de pétalos de angustia
Sea difuminada la vida en el epicentro del desamor
Hojas de olivo verde hojarasca
No me lleven
No me arrastren
La luz que dormitaba yace herida
El ánfora ardiente
Vacía
¡Sueños inservibles
Almas muertas!
Dejad vivificar
La esencia
La vida.
* Imagen tomada del muro de Islam Gamal
FIN.
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