Noche de silencio

Noche de silencio

No cierres la ventana en esta noche de silencio, que el ruido más ligero nos puede acompañar; las flores necesitan un poco agua, está nublado el cielo… mañana secaré el piso y pondré todo en su lugar.

Las personas duermen ya sobre sus corazones maquillados, las calles están desoladas y la niebla acaricia cada recoveco, los parques alumbran la nada mientras los bares están llenos de humo y vacío.

Son tan extrañas las personas… Nosotros tenemos el eco de este segundo eterno, un aliento y un suspiro que nos lleva a meditar: ¿por qué esto se siente tan bien y entre las caricias hacemos nuestro mundo temblar?

¡Qué gran desorden el que hemos causado! No reconozco las cuatro paredes de esta habitación; todo se siente como un sueño lejano, como una ilusión que va siendo arrastrada por un cálido río.

Ya las hojas en el suelo no tienen importancia, si acaso son historias que prefiero olvidar; no te preocupes por la ropa en el suelo, ni por las cortinas arrancadas… mañana todo a primera hora lo podemos arreglar.

Acércate, mira por la ventana un minuto, olvídate del tedio, dime, en ese oscuro cielo, ¿cuántas cosas podrían pasar? Quisiera ver más allá de todas esas nubes oxidadas, un brillante mundo al que poder escapar.

¡Qué sentimiento tan extraño! ¿Tú también lo sientes? Somos dos cuerpos desnudos contemplando su existencia; y es hermosa tu mirada en la oscuridad de la noche… y es hermosa la noche que nos acaricia con su paz.

Será mejor atesorar este momento, dejar al mundo descansar en su caótica rutina. Pero no cierres la ventana en esta noche de silencio, que siempre me ha gustado dormir con un poco de frío… y ahora es cálido el adjetivo que tu le das.