– El castigo de amar.

Ya no hago otra cosa que quererte, y lo más absurdo, es que este sentir, este extraño sentimiento, ha llegado al punto de no importarle siquiera el salir lastimado, se ha perdido en un doloroso querer, que no se entiende ni a sí mismo, que solo exige, te exige a ti, como pidiendo a gritos el castigo de amar más de lo que puede.

¿Y yo?, yo solo intento contenerlo, pero no puedo evitar el querer ser el desastre de persona que soy cuando estoy contigo. No me importa si dura un día, un mes o un año, o lo que demora un beso, solo te quiero, quiero que mi corazón se vuelva a salir de su prisión como cuando está contigo, no soporto más su desesperación y su dolor al no escuchar aquel corazón que ama tanto y que no ha olvidado un solo instante de su vida.

Quiero tu aliento frente a mi boca, quiero el rosar de tus manos sobre mi rostro, quiero volver a deslizar las mías por las curvas de tu cuerpo, no quiero saber que algún día me dejaras definitivamente, pero sí que hoy estas aquí, quiero volver a sentir tu amor y no tu ausencia, quiero el calor de tú compañía, quiero que las palabras broten de mi corazón como en un tiempo lo hicieron, quiero que mis ojos te contemplen la mayor parte del tiempo, quiero a mi sueño, no a esta realidad que no te tiene y que no hace otra cosa que extrañarte.

– El amor es otro paisaje.

¡Loca!, tienes que estar loca para creer que un hombre sediento, sediento de amor, puede sobrevivir en el desierto de tu alma a gotas de besos y a vasos de sexo.

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