Son tus manos

el lujurioso apéndice de tus brazos.

Esos brazos

que abrazan

que protegen

que rescatan.

Son tus manos

las que acarician candentes

circulando libremente

por los pliegues de mi cuerpo.

Llenándome con agrado

de exuberante deleite.

Son tus manos

las que, con fogoso galanteo.

Me seducen.

Produciendo una avalancha

de húmedo deseo anhelado.

Son esas manos amadas

que, saboreo encendida,

con apetito renovado

Son tus manos

Las que con dulces caricias

darán la despedida

a mi cuerpo sucumbido.

Mi vida estará agotada

Y yo, ya no seré nada.

Son tus manos

Las que, ese día,

cerraran mis parpados

escondiendo mis pupilas

para que no vea tu llanto

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