Escribo, respiro, resisto.
Puteo, exhalo, me pierdo.
Mi vida es un desastre.
Es el nudo que no acaba de desatarse,
o de atarse con la suficiente fuerza.
Es la soga abandonada
en un rincón del galpón,
olvidada y desvencijada.
Es la noche sin insomnio, pero con sueño,
luego de querer emborracharme
con el vino del postre intitulado “Promesa”.
Mi vida que es un aire acondicionado frío-calor
que hace saltar la térmica
y enrosca sin piedad al medidor.
El desastre sin puente, ni rotondas,
sin río ni frontera o camino.
Pero con un ventarrón que barre la bahía
y deja la playa des-olada:
el mar sin olas, sin sal, ni espuma.
la playa sin huellas ni poesía;
este invierno cagándonos de frío.
Y lo que es peor:
el balcón de mi casa sin amaneceres,
con siestas tumbada de espaldas
sobre la cama prolijamente tendida;
medias noches sin medias lunas,
durmiendo con zoquetes grises de lana.
Esta vida con la ausencia indiscutida
del cualquier asalto
vespertino, matutino
diurno o nocturno
de algún pariente cercano al amor.
Y el timbre que no funciona…
En esta vida
sin enojos ni frases desafortunadas,
sin reconciliaciones.
Este desastre sin vos.
Patricia Lohin
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