Trebujena (Cádiz), 2013…
Vamo a ve, ¿me entiende o no?—yo trataba de decirle con cada uno de mis sentidos que sí, que le entendía y que continuase, aunque a veces la inseguridad de no sentirse escuchado tendía al grito.

Pue ezo, nozotro íbamo y echábamo er jorná, eran otro tiempo, no como ahora que ni ze ve a la gente felí en la calle ni ná. ¿Qué e (es) lo que paza Dios mío? ¿Cuándo vamo a despertá? Totá, que tú (eleva el tono – grita – énfasis) podía decidí zi te echaba en er bocadillo er cigarrito o zi zeguía la jorná pa’ llega a caza ante y podé escuchá la corría de toro por el tranzistó (radio), que ya ezo era una locura, pero bueno.

Me acomodo, tuerzo mi espalda hacia su sillón, mi mano en el mentón y mis ojos clavados en él.

En una de esta que estábamo tó poando (cortando la vid) y nos llega el Frascuelo, que zu familia vive en la calle Pajarete, el que estaba cazao con… joe ¿zabe ya quién e (es) o no?—vuelve a gritarme para dar seguridad y no ofuscarse. Yo le digo que sí, miento obviamente.

Totá, que nos llega y dice que han zacado una caja en Madrid, que la van a tener la gente que tenga mucho dinero, que dicen que e (es) como de plástico, no mu grande. Negra. Y que va tené un cristá delante, como zi fuera una ventana, pa’ ve un montón de coza. Y que dice, que tú desde tu caza o desde er ba (bar), van a está echando una corría de toro en Zevilla y tú la va podé ve (ver) desde Trebujena- aquí donde empiezo a entender el tópico de la conversación.

Y entonze… Joe, me cago en la má, me acuerdo como zi fuera ayer… Entonze coge mi primo Lobo, que era má graziozo que ná, y le dice: “Zi claro, y ¿cómo cojone va entrá er toro por la caja?”—estalla con su particular risa.

Lo que viene a continuación es una mirada perdida a través de la ventana que da a la calle. La tiene justo a su derecha. Va y viene con su cabeza desde la acera hasta su mano, donde sostiene su móvil, ese sin cámara ni apps que le han comprado, en el que le han guardado un sólo número y siempre lo tiene el primero en la agenda. Él es analfabeto, pero mecánicamente aprende los pasos que le introducen en este mundo: —Mira Manué, yo abro aquí, ¿lo ve? Entonze, le doy ar verde, le doy a la flechita pa’ bajo “DÓ VECE” (grita) y le vuelvo a da ar verde otra ve (vez). Y me zale la abuela hablando. ¿No es un misterio tó esto chiquillo? Yo antes decía que la coza eran impozible pero ahora, cualquier coza que me digan, me lo creo… Me lo creo Manué, me lo creo.

Se acomoda, suspira frustrado por no poder contestar a lo que nosotros por el uso creemos que sí. Se guarda el móvil en la faltriquera, y nos hacemos un selfie. Pero esto ya es otro tema.

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Ilustración: Julio García Campos

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