Madrid – España /  4-septiembre- 2012; 3: 45 p.m.

 

 

Miguel es lanzado de la moto por una fuerza sobrehumana. Jamás le ha sucedido antes. El empuje colosal lo vuelve ingrávido. En una fracción de segundo comprende que acaba de ser embestido por la furgoneta que ha visto por el rabillo del ojo. Recuerda que lleva de «paquete» a Elena. Se lo confirma el choque violento de un cuerpo contra su espalda. Mientras surcan el aire, su hija se aferra a él. Miguel está imposibilitado de cualquier reacción y, por puro instinto, trata de amortiguar con su cuerpo el inminente impacto de los dos.

Un instante antes del golpe oye un grito agudo. «Un testigo», piensa; el miedo le encoge el corazón. Luego, pierde el conocimiento. No llega a escuchar el ruido atroz de su cuerpo al chocar contra el pavimento.

Al volver en sí, semiconsciente, recuerda lo sucedido. Imagina que está tirado en la calzada aunque algo lo confunde. En vano trata de entender el significado de las luces blancas que se deslizan hacia atrás. Está desconcertado. Distantes, le llegan algunas voces.

―¡Rápido!, ¡rápido! ―dicen.

―¡Una urgencia!

Miguel deduce que ha perdido el sentido y comprende que está en un hospital. Ignora cómo ha llegado hasta allí. En vano, intenta levantarse. « ¿Dónde está Elena?, quiere preguntar, ¿Qué ha sucedido con mi hija?», pero no puede articular palabra. Ni siquiera puede controlar el movimiento de sus ojos. En el estado en que se encuentra apenas razona. Solo sabe que no quiere alejarse del sitio del accidente sin conocer el estado de la chica. Vuelve a perder el conocimiento. No recuerda el viaje en ambulancia, ni los detalles de su ingreso en un pequeño centro hospitalario.

 

Durante muchas horas permanece inconsciente. No se ha enterado de las pruebas preliminares que le han hecho ni de las transfusiones de sangre ni de las radiografías. Tampoco del diagnóstico: «Politraumatismo general con fractura inestable de la pelvis». Un caso grave. Hay que trasladarlo al Hospital Central.

Los minutos corren; las horas vuelan.

El protocolo para estos casos se pone en acción.

―Es un traslado ―dice alguien cuando Miguel vuelve a tener contacto con la realidad―; lo están esperando. Id despacio… «Dios, ¿es qué nadie entiende que no quiero que me lleven a ninguna parte?»

Otra vez las luces. Ahora sabe que no puede hacer nada por su cuenta, todo está fuera de su alcance.

―Elena ―dice con un hilo de voz. Alguien le responde desde muy lejos:

―Tranquilo, Miguel, ella está bien, trate de descansar.«¡Al fin!».

―Quiero verla.

―Pronto la verá, no se preocupe. ―Miguel no se lo cree, pero no tiene fuerzas para replicar. Se le va otra vez la conciencia detrás de las luces.

La ambulancia recorre el breve trayecto que separa los hospitales a una velocidad enervante. Todos, desde el conductor hasta la enfermera que los acompaña, se mantienen alerta. Por unos minutos, Miguel recobra el conocimiento y sonríe a su acompañante con una mueca resignada. No pronuncia palabra alguna.

―Tranquilo, ya estamos llegando…

A Elena, afortunadamente, alcanza a verla minutos antes de entrar en la U.C.I.

 

Madrid – España / Hospital Central / 5-septiembre- 2012, 1: 25 p.m.

 

 

La luz intensa del quirófano atraviesa los párpados pesados del paciente y le devuelve a la realidad. A su alrededor nota gran actividad. El protocolo preoperatorio se está llevando a cabo, escrupulosamente, según las normas oficiales y las recomendaciones de la O.M.S. Pero Miguel ignora esto. Él solo quiere que todo acabe cuanto antes. En su ansiedad la conciencia no lo abandona. Percibe el roce de una tela contra su brazo y piensa: «Hay alguien a mi lado».

―Miguel, ¿puede oírme?

―Sí

―¿Es consciente de lo que le ha pasado?

―Me la pegué con la moto ―dice―. ¿Cómo está mi hija?

―Fuera de peligro, solo ha sufrido unos rasguños. Estamos en el Hospital Central y le vamos a intervenir. El golpe le ha fracturado la pelvis por varios sitios. Ha perdido mucha sangre. Necesitamos su consentimiento antes de operarle. Tendremos que aplicarle anestesia general. ¿Está de acuerdo?

―¿Dónde está mi mujer?

―Está afuera. ¿Quiere que sea ella quien nos autorice?

―No, yo puedo hacerlo.

―Bien, deme su nombre completo.

―Miguel García Aguirre.

Enseguida, Miguel escucha una voz de hombre que enuncia una retahíla mecánica e incomprensible: anestesia e instrumental, revisados. Medicación, intubación y aspiración aérea, ok. Sistema de ventilación, oxígeno, equipo de succión y dispositivos de urgencia, todos controlados. Supone que la voz es la del anestesista. Deduce que van a dormirle. Mantiene los ojos cerrados. Su corazón galopa como un potro salvaje. «Hace unas pocas horas, piensa, iba tan campante en mi moto y ahora esto. Espero que acabe pronto».

―Plusioxímetro listo ―anuncia una voz de mujer.

―¿Instrumental?

―¡Listo!

―¿Equipo?

―¡Listo!

―¿Riesgo de aspiración?

―Ninguno.

―¿Reservas?

―Todas previstas.

―¿Antibióticos?

―Hace quince minutos.

―Vale, todo dispuesto. Vamos a empezar, ya pueden encender los monitores.

―De acuerdo ―dice una voz de hombre que Miguel no ha escuchado hasta entonces. Imagina que es la de algún asistente. No sabe nada a ciencia cierta. Todo el mundo se pone en movimiento. Alguien le quita la manta que lo cubre. Lo último que oye, antes de volver a la oscuridad, es un zumbido leve. De lo que sigue a continuación ya no se entera…

 

Órbita geosíncrona sobre el acuador / Satélite de comunicaciones con capacidad de recepción-emisión en tecnología HD /  5-septiembre-2012, 12: 26 p.m.

 

 

La información, procesada en alta definición con un ancho de banda de 18Mbps, atraviesa el espacio y regresa a la tierra mediante fibra óptica. Las antenas terrestres captan la señal. Las pantallas reciben las primeras imágenes. En el cuerpo inerte de Miguel, a cientos de kilómetros, el cirujano practica la primera incisión.

 

 

Buenos Aires – República Argentina / Aula magna de la Facultad de medicina / 5-septiembre- 2012, 7: 27 a.m.

 

―¿Usted qué opina doctor?

―Que es una operación jodida. Muy jodida. Triple fractura del ala ilíaca, rotura del isquion, dos arrancamientos, el anillo pelviano ha desaparecido… ¿Qué quiere que le diga? Un auténtico destrozo. La intervención va a ser larga. Dígales que lo graben todo. Vamos a incluirlo en el seminario de la semana que viene.

―Ya lo están grabando. ¿Usted se queda?

―Sí, tengo una hora todavía; quiero seguir el proceso…

 

Nueva York – EEUU / Mount Sinai Hospital / Magister for resident / 5-septiembre- 2012, 8: 27 a.m.

 

 

―What we are about to watch here is a serious surgery in Spain. We have been informed too late, so, please don´t take into account possible failures. Sit down and put on your headphones…

 

Tokio – Japón – X Congreso de Cirugía Pélvica / 5-diciembre-2012, 9: 27 p.m.

 

Los médicos asistentes al X Congreso de Cirugía Pélvica observan en silencio los avances de la operación. La pelvis destrozada de Miguel ocupa por completo una pantalla de 17 metros de longitud. Los dedos ensangrentados del cirujano localizan y extraen una minúscula astilla ósea incrustada en las paredes del riñón. El auditorio entero contiene la respiración…

 

Fin

 

Nota: Esta historia se basa en un hecho real. Los nombres, las fechas y las circunstancias no son verdaderos, pero pudieron serlo. La ciencia ha salvado a Miguel. Sin embargo, en lo que concierne a su identidad como persona, el Dios Tecnología lo ha utilizado a su antojo.

 

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