Soñé hace tiempo con un paisaje verde, montañoso y de una gran altitud. Yo era una campesina que iba por un camino pesado y resbaladizo. Me tropecé y caí por un barranco, sin embargo, alguien me cogió de la mano y me salvó la vida.
No recuerdo quién era, pero sí que el resto de mi camino fue ligero y me sentía feliz. Desperté con las imágenes de aquel paisaje y con la sensación de que debía ir allí.
No sé por qué, pero sí que es Aokigahara, el mar de árboles, en la base del Monte Fuji (Japón).
El viaje que aún no he hecho (2ª edición)
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