Abelardo había viajado por casi todo el mundo. Lo hizo siendo piloto de una aerolínea internacional; sin embargo antes de jubilarse, quiso viajar al Parque Nacional Dachigam en Cachemira, para conocer al leopardo de las nieves.

Irma su mujer estuvo de acuerdo pero no quiso acompañarle, advirtiéndole de los peligros de esa región. Compró un ticket, preparó su maleta y a fines de marzo voló a su destino.

Poco antes de llegar a Dachigam un grupo guerrillero hizo volar el bus en que viajaba.

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