Antes de que Juan se fuera con un hasta pronto, sellaron en la ribera su amor
Ella aperó su esperanza en una bolsa tejida, pronto estarían juntos.
Zoila, la lavandera de río, sabía bien que este cuerpo suyo atrapó el alma de una brisa tibia.
Nueve meses después, fue el río que le vio parir tiñendo sus aguas de roja sangre. ¡Mellizas!
Llegará el día de irse, la brisa tibia escapará del cuerpo y emprenderá el viaje y a su paso, se escuchará como un dejo en el aire:
Zoila brisa, libertad, viajera.
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