Conduzco hacia la puesta de sol, sabiendo que nunca podremos alcanzarla, ensayando la nostalgia.
Estos días han sido una tregua maravillosa. Noto el amor en el tacto de tus dedos. Siento la calma en los pelos de tu barba. Un rastro de ternura cuelga de tus pestañas.
Con la libertad escapándose de la piel, avanzo dando bandazos entre el terror y la pereza. Una idea se me clava: nunca seremos tan felices como ahora.
En el viaducto acelero, agarro tu mano y doy un volantazo.
Felices para siempre.
OPINIONES Y COMENTARIOS