Con tan solo mirar a través de sus lentes, toda su tristeza y dolor se esfumaba, una ventana de cristal que parecía adentrarte a una nueva realidad donde se apreciaba toda la belleza que el mundo podía ofrecer. Sonrió con nostalgia y bajó a la entrada de su casa, donde su nieto le esperaba impaciente con la mochila de viaje preparada.
– Aquí está, mi vieja y querida cámara. Captura cada preciado momento de tu travesía y, cuando seas tan anciano como yo, podrás volver allí siempre que quieras.
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