Hace ya tiempo que me atrae ese destino. Antes de dormirme, lo que en ocasiones me cuesta bastante, me imagino cómo será: cielos claros, calidez, sosiego, paz.
El viaje me da cierto miedo. Por ello en muchas ocasiones lo he retrasado pero hoy estoy decidido. El lugar donde vivo es la antítesis del destino soñado: oscuro, frío, ruidoso, inhóspito.
Subo a la terraza. El sol está a punto de ponerse y se ha teñido de anaranjado. Es la señal. Me encaramo a la barandilla. Mi viaje va a comenzar.
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