Hace veinte años que sueño con conocer el Monte de Ombúes. Ver las garzas y biguás alzar vuelo mientras la lancha avanza por el arroyo Valizas, divisar a lo lejos la laguna de Castillos, sentir el sol y el viento en la cara y desembarcar como descubriendo el Nuevo Mundo, apoyar mi pie en el suelo arenoso, sentirme protegida por la sombra de esos gigantes, abrazarlos y que me abracen y hasta dormir en sus entrañas húmedas. Pero no. Otro año y no. Me acuesto y espero ansiosa. Tal vez mañana…

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