No he sido capaz de tocar la guía de Marruecos desde que volví del aeropuerto. Sigue sobre la mesa, junto a la tetera que me regalaste al anunciarme el viaje. Dijiste que fueron mis ojos negros como el azabache los que te inspiraron en la elección de destino.
Todavía tiemblo cuando recuerdo el cuartucho negro en el que te retuvo la Guardia Civil tras comprobar tu pasaporte. Solo me dejaron llevarme la guía porque les mostré el sello de la biblioteca y les convencí de que tenía que devolverla.
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