No soy ninguna necia y no es posible vivir al margen del sistema y lamentablemente, para estar cuerdo y no ser “un bicho raro”, junto con nuestros enseres personales, en la mochila deben coexistir un montón de objetos banales que nunca tendrán la fuerza de un abrazo; de esos que te desarman, que te reconfortan y que contribuyen a la estabilidad emocional necesaria para emprender el viaje de una vida y llegar a la meta en paz. En mi mochila quiero exceso de ABRAZOS.
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