Viajera mi alma, que se viste y se desnuda imaginando destinos nuevos o contemplando allí dónde llegamos tiempo atrás. Insaciable. Todos los días le parecen el momento preciso para cargarme la mochila en la espalda y animarme a marchar, a ir. A comprar ese billete que en el lugar de destino tiene impresa la palabra libertad. Vámonos de aquí, vámonos ya. Y a mí, que me sobran razones y nunca me faltan motivos, me brillan los ojos y se me acelera el pulso, pensando en el próximo lugar. Sí, vamos.
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