Ese viaje me causa pavor, no quisiera hacerlo jamás, aunque lo acepto con resignación; ineludible destino.
Sucederá, sin pensarlo, sin programarlo, de repente.
Y ya no habrá postergación. Así deberá ser.
Amigos y parientes vendrán a despedirme.
La voz de mi madre dirá, – querida, es hora de irnos – infinita y dulce, me serenará; entonces, soñando un sueño suave, me entregaré a mi próximo viaje.
-Así es mejor, todo está bien-, pensaré mientras la tapa de madera cierre mi ataúd.
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