Notó cómo el ojo se le hinchaba por momentos. No había visto venir el bofetón. Él estaba apoyado en la pared y llorando balbuceaba disculpas. Ella se puso trabajosamente en pie, la barriga limitaba sus movimientos. Miró por la ventana: gente con prendas moradas iba camino de la manifestación. Era 8 de marzo. Su hija nacería en un mes. Cogió el bolso y salió por la puerta del piso. Ya en la calle supo que el viaje hacia un futuro mejor acababa de empezar.
El viaje que aún no he hecho (2ª edición)
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