Arropé celosa tu recuerdo en ese mar inmenso de mi soledad, pensaba quizás, que volverías silbando.
Intenté disimular inoportuno olvido. Pero las seductoras olas se alejaron y petrificaron mi alma con un frío intenso.
Ese velero dormido jamás encontró nuestro puerto.
Te fuiste así, sin hablar, sin mirar atrás. Besaste mi vientre en mariposas de estación. El viaje que nunca hicimos.¡Y yo, y yo tan inocente te creí!…
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