Me había maravillado por completo la ausencia del viaje, hasta comprender en mi soledad, duro juez del ser, la prisión mental en la que logre llevar mi propia vida. Las cuatro paredes establecidas a su alrededor fundaron en si una profunda melancolía.
De golpe, en la más tranquila de las noches, a lo alto de una torre, el frio redentor me abrazo por completo dando respiro a mi alma, me enseño en su paisaje la libertad de abrir las alas y volar de mis tormentos.
Como el condor planeo libre.
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