Ese día que hablamos, te dije con seguridad «nos vemos el miércoles». Durante estos 10 años, cada semana he preparado un equipaje ligero. Lo que me alcance a poner entre mi pecho y mi espina dorsal. Desconozco la fecha, pero sé que un miércoles cualquiera me voy, con rumbo al encuentro que te prometí y estaremos de nuevo tan cerca como para escuchar tus pestañas peinando el aire. Mi certeza es que nací para estar cerca de ti y ahora no hay duda de que tendré que morir para regresar a tu lado.
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