No importa el nombre del lugar, ni como llegue allí; me hicieron volar un par de ojos marrones, un viaje corto, pero sustancial:
Aterrice en su cuerpo, ignorante de mi destino, bebí de sus besos como una mujer sedienta de alcohol; hice fiesta con sus brazos, embriagada por su dulce y excitante aroma a vainilla; sincronice su cuerpo al mío, en una perfecta canción de tango, fui su presa al sonar del violín y el bandoneón… (¡Él se va!, termina mi sueño, tomo mis cosas y continúo mi camino)
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