-¿El viaje que aún no he hecho?
-Nos metieron a más de cuarenta en tres coches. Nos apearon en pleno desierto con un guía. Tropezábamos con cadáveres que registraba para quedarse con los pasaportes. Muchos perecieron de sed. Otros bebimos nuestra orina. Me salvé porque un cadáver tenía una cantimplora con un poco de agua. Al llegar a Trípoli para embarcar, nos engañaron y nos entregaron, porque Europa paga por cada ilegal devuelto. El cementerio de los negritos no es el mar, sino el desierto.
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