Despertar temprano, cuando el sol todavía acaricia el horizonte y hacer autoestop hasta el aeropuerto. El avión me llevaría hasta la India. Después estaría el tren. No uno acomodado, con aire acondicionado y azafatas a tu servicio. Un convoy repleto de gente y ruido. De nuevas culturas que me acompañarán hasta Calcuta.
Desde ese instante, solo mis piernas me llevarían hacia mi desconocido destino. Un hálito de situaciones, experiencias y lugares desconocidos. Aventura, aprendizaje y riesgo.
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