Un poema de olvido
Robé muchos versos de tu triste recuerdo,
como quien recoge los frutos del árbol caído.
Y tan provechoso fue el trabajo obtenido, que,
como el fruto podrido, coseché poemas de olvido.
Y me lees, tal vez, sin saber lo que escribo;
y a veces escribo sin saber el porqué.
Y naufrago en el azul de un mar infinito,
azul de los sueños que jamás viviré.
Tú, caes, como la gota directo a la hoja;
desde la nube a la rosa, y a mi prosa a la vez.
Te conviertes en rima, muy dolorosa,
espiga del trigo en un pobre papel.
Y me pierdo en historias de dulce jazmín,
escapo del mundo que rodea mi ser.
Se hacen floridas las nubes de abril,
y por un breve momento, te puedo querer.
Mas todo es deseo, ilusiones sin fin;
anhelos que suelo tener al pensar:
cómo habría sido mi vida, ¿acaso feliz?
si sólo en tus brazos reposara mi paz.
Es un triste lamento y un hermoso sentir,
llorar la alegría de un sueño fugaz;
que toda nostalgia se esfuma a la par
de una nueva tristeza que nace por ti.
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