I

La mano que, rozando la superficie de la madera,

intuye los surcos de su historia.

Mano amante moldeando otras pieles.

Mano inquieta rasgando el aire en sonidos melódicos.

Mano creadora doblando emociones en origamis.

Quiero ser esa mano – dijiste.

Me hablabas de manos conscientes,

mientras yo pensaba en acantilados azotados

por las olas y por el viento.

En árboles susurrantes.

En el olor del jazmín por la noche.

Y en ese cactus cuya extraña flor sólo se abre durante un día.


¿Crees que mi mano entendería tu naturaleza?

Me preguntaste con el juego iluminando tus pupilas.

Quizás… – te respondí.

¿Crees que nos echaremos de menos?

Tus pupilas ahora llenas de tristeza.

Ojalá… – y no te mentí.

¿Sabes cuándo volveré a verte?


Sé que en algún lugar,

una luna y un sol están colgados juntos en un cielo violeta.

Sé que en algún lugar,

a veces,

aparecen dos lunas en la noche.

Y sé que hay un manuscrito,

con unas notas, en el suelo.

Ardiendo.

Las llamas se dirigen hacia el horizonte.

Hacia un gran sol.

El fuego de las palabras formará parte del fuego de una estrella lejana.

Las palabras serán energía.

Las sombras serán devoradas.

Y aún así,

algunos rincones seguirán inalcanzables.


II

No consigo dar contigo.

Te escabulles de mi mirada y te pierdes en mis palabras.

No hay manera.

El juego del ratón y el gato…

a nuestro modo.

Y me enfada tanto…

Que no sé cómo empezar a desenmarañar

todo este caos de pensamientos.

Quiero encontrarte.

Caer de nuevo en lo conocido.

Con calma. Con seguridad.

Como quien se refugia en el sofá en una tarde fría.

Y sin embargo,

te escondes en un silencio desértico,

le das la patada al orden imaginado de las cosas.

Me desbarajustas.

Ajustas, barajas…

Como naipes en un póker de tensiones.

Sólo que parece que mis faroles no hay quien los reciba.

Ando, avanzo, retrocedo, sigo…

y miento.

Miento al buscar un camino a las palabras adecuadas.

Parece que tú divagas en laberintos

y la salida se nos cierra a ambos.

Hay finales con la clara intención de convertirse en principios.

El germen de un no-se-sabe-qué

difícil de sacudirse.

Y hay principios en los que,

claramente,

se vislumbra el final.

Viajes condicionados, objetivos demasiado amañados.

O sencillamente deseados.

¿Cuál es la diferencia?

Trampas semánticas en lo que nos decimos.

Y en lo que nos callamos.

¿Sabes? Lo dejo.

Por eso te escribo.


III

Famélico amor. Amistoso fuego.

¿Asesinado? No.

Confundido en la praxis.

¿Quién no se ha visto a si mismo atrapado en la pregunta?

¿Quién no se ha vuelto loco, perdiéndose en la respuesta?

¿Quién no ha preferido la locura, al sinsabor de la certera realidad?

¿Quién no ha conseguido salir de la propia trampa, para caer de nuevo después?

La espiral de tiempo

fluye con ojos desesperados.

Sabio

alterno

goteo

Y se cae.

Y en espiral, las palabras retumban en su cabeza:

Te crees sabio,

Capaz de hacer el viaje.

Y entonces…

La sacudida hiriente,

Impacto mental en la raíz de la psique,

Punzante golpe que desnuda tu yo,

Que te cambia la visión,

Que te propulsa a la velocidad no deseada,

Al destino no imaginado.

¿Querías viajar?

¿Querías saber?

Aquí tienes tu premio.

Ábrelo.

Mira.

Y aunque quieras llorar,

Sonríe.

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