Aquí me hallo,
inconsciente y tirada
en una deriva clásica ,
piedra y sal, como un mar.
Desprovista de sueños,
envuelta en vos,
disuelta en vos.
En una estancia impropia,
rodeada de círculos,
uno de ellos se escapa
y busca ser recta, en vano.
Los círculos son eso.
Nada más.
Y en el solar de la tarda,
sigo aquí.
Penumbra y caracola,
lloro dos quimeras rojas
y me siento pez para surfear
tu nombre propio.
Y vuelvo al círculo vital
al que pertenezco,
para alinearme a él.
No sé hacer otra cosa.
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