Era un día de noche, 
 los elefantes rosados, 
 volaban de flor en flor, 
 chupando en néctar de  aquellas flores secas.
Yo me encontraba  sentado en una piedra de palo, 
 leyendo un periódico sin letras,
  a la luz de una lámpara apagada.
Y fue hay, nadando en el Sahara, 
 y haciendo del carbón diamantes brillantes, 
 que tus mentiras se convirtieron en mis verdades.
Estando solo en la multitud, 
y en un segundo infinito, 
comprendí  que no me quedaba tiempo 
para ver la grandeza de mis enanos, 
  al ver tu bella horripilancia, 
 en la inseguridad de mis anhelos.
 
         Causticidad
                                    Causticidad                                 II Premio de poesía in-VERSO
 II Premio de poesía in-VERSO
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