Me hiciste dar cuenta,
que el cielo no estaba tan alto,
si con vos lo podía tocar con la mano.
Si las nubes eran el humo,
del cigarrillo que compartimos,
antes de desnudarnos.
Si el sol era la luz,
del velador que apagamos,
para descifrar en braille
dónde estaba el ombligo del otro.
Si la luna, éramos los dos,
unidos como el yin y el yan,
dónde no descubrimos
hasta dónde el bien,
hasta cuándo el mal.
De las estrellas, solo puedo decir
lo que me contaron:
a ellas sólo llegan
dos que están destinados a ser,
y nosotros,
mi amor,
ni siquiera vimos,
un destello de su luz.

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