Llego aquel que nadie esperaba
con su mirada dijo muchas palabras
como viento cristalino que agita las aguas
llego aquel que nadie esperaba.

Y zumbo su mirada a aquella bella dama
que habla lenguas extrañas,
y caminaba muy despacio en las orillas del mar

bajo el mirar del alba.

Toco sus manos, sus pies y sus labios
y le dijo: “Soy aquel peregrino
que navega por los mares,
en busca de perlas preciosas
objetos aun no descubiertos.”

Y ahora que he tocado tus pies, tus labios y tu cuerpo,
he naufragado en este amor inmenso,
bella dama, mira que el sol te llama,
las nubes abarcan tu gloriosa mirada.

Será, el néctar mismo de tu dulce esencia,

que disfruto de día y extraño de noche,

y se extienden como manzanares en el horizonte,

el que me hace recordarte.

Y sigo navegando por estas aguas misteriosas,

me dirijo hacia la gema escondida de la linda Nicaragua,

de aguas turquesas y arenas blancas

llamada hasta entonces bella Corn Island.

Y navegue muchos años,

hasta encontrarte,

nunca me imagine que cortaría tus cadenas,

no me importa si eres negra.

Si tus besos son como el carmesí.

Mi bella mulata,

aunque no entendiendo ninguna palabra,

de este lenguaje criollo,

seré el hidalgo que luchara

contra mi cuna y tu rango.

Un Beso Infinito

Démonos un beso inesperado

como el beso de la enfermera y el marine

en el Times Square.

Démonos mil besos,

como los besos que le pedía Catulo a Lesbia

en el Olimpo,

hasta que no haya quien envidiarnos.

Si nos diéramos un beso difundido,

como el beso desnudo

que le dio Jonh Lennon a Ono en la revista Rolling Stone.

Si pudiéramos darnos un beso que no esté impregnada

en una pintura o en la imagen abstracta de la locura

tal vez no deje pisadas en la historia

pero será conmemorable en nuestros corazones

ese sería infinito para mí.


El Reloj

Tic, Tac,

marcan las agujas del reloj,

ese reloj frío y constante,

dentro de poco será la hora de marcharme.

Tic, tac marcan los minutos y pasa algo alarmante,

la chimenea del tren saca un humo abundante.

El timbre me indica que está listo para su partida,

el mozo del tren grita a lo lejos: «Todos los pasajeros a bordo».

Tic, tac que contratiempo,

el semáforo está en verde

listo para el despegue.

La gente amontonada

entra y sale en contracorriente.

Estoy sentado,

en aquel punto de encuentro,

donde habíamos acordado vernos,

con dos tickets en la mano,

esperando tu llegada.

¿Qué te habrá pasado?

¿Será que los nazis te han encontrado?

¿Te han degollado?

¿Acorralado?

¿No puede ser posible?

El llanto de un niño judío estremece mi cuerpo,

tic tac, el ruido del reloj está alterando mis nervios,

sentado espero pasar los milenios.

Una anciana me pregunta: «Señor, dulce y encantador,

disculpe la intromisión de sus pensamientos elevados,

no le importa compartir el espacio.

Existen más de 360 destinos en el mundo,

Dígame ¿A dónde se dirige usted? »

– a lo que yo conteste: “El lugar que me dirijo,

todavía no se ha escrito,

ni existido,

es un paradigma del destino,

he aquí esperando.”

¿Esperando qué? -pregunta la anciana-

Lo que sea – responde- un milagro tal vez, una luz de salvación.

-¿y ella cómo es? -Un holocausto, un misterio, mi salvavidas.-

No sé cómo definirlo, se aproxima a algo llamado amor.

-¿Y por qué no va a buscarla?

-¿Qué pasa? Si en lo que me voy

Ella ¿no me encuentra?

– ¿Por qué no aborda otro tren? Porque éste ya se va-

– porque ella me dijo: «amor mío, cuando el reloj apunte las doce,

y el tren 56 esté en marcha,

olvídate de mí

porque lo más seguro es que no llegaré jamás.

Un día gris.

Una árida tormenta de arena sacudió aquel pueblo
Sin nombre sin calles
Más que la pizca de sudor que caen de sus cuerpos.

El alba se ocultaba, sin lluvia a la vista
Solo se distinguían las aves en busca de buitres.

Mire aquella mujer de afable belleza,

Que perpleja ante lo insólito,

Cubrió su rostro de cenizas.

El olor de heces redundaba por las vallas
¡Silencio! No seas majadero

deja que termine mi fábula.

El sentido del olfato se ha desvanecido

El color de la piel de estos eran como rocas sedimentadas

Sin una gota de agua .

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