RETAZOS
…de memoria
…de piel
…de amores perdidos
…de amores rescatados
…de indignación
…de niños hambrientos vaciados de todo derecho
…de sueños
…de bosques milenarios
…de ciudades que excluyen en sus laderas y en sus barrios cenicientos
…de canciones olvidadas
…de colores viejos y nuevos
…de luchas inconclusas
…de esperanza
…de lo que no alcanza en nuestros días y en nuestros años.
…de furia que no es suficiente para descuartizar las bisagras de las puertas y los armarios que nos oprimen y obligan a sonreír para seguir viviendo.
…de mañanas que se iluminan con un pálido sol de invierno con su cortina de nubes y de smog que desgarra nuestras gargantas y nuestras pupilas.
…de flores blancas y de carrozas negras con caballos alados de tres cabezas que enfilan agudas lanzas de mercenarios que escoltan a los tiranos.
…de opciones que se quedaron tales cuando chocaron con burócratas y muros que no entienden de magia ni melodías cantadas en la lluvia.
…de yerbas que me sanaron cuando no pudieron los doctores ni los negocios de moléculas reinventadas que no tienen compasión.
…de vidas destrozadas y torturadas y suspendidas en los ayes de lo cotidiano sin futuro.
Retazos… infinitos…
SAMUEL, TERNURA PROFUNDA
Ya estarás volando Samuel,
libre como tu alma buena,
habrás superado con sonrisas las estúpidas heridas asesinas.
Con tus amigos perros y gatos,
con tu conejo,
disfrutarás la miel y la lechuga de tu huerto,
estarás caminando otras ciudades y otros bosques,
los jilgueros posarán su canto en tu guitarra
y los gorriones levantarán tus trapos de mil colores hasta las estrellas.
Un cóndor cabalga junto a ti.
Tus pies descalzos habrán flotado por las nubes de Guápulo
y los adoquines de Quito,
una vez más,
no te bajes al suelo hermano de las flores y las mariposas,
sigue meditando con tus profundos ojos en el infinito…
aunque les moleste…
Tus asesinos Samuel,
estarán tramando otra orgía,
a nombre del orden…
y del odio.
Estarán escondidos entre la ropa de marca de sus madres,
entre el oro de sus tontos anillos
y sus capas rojas de oficiales medioevales…
sus garrotes manchados de sangre.
No lo permitiremos Samu,
no permitiremos más terror,
podrán quitarnos todo,
pero no el arco iris de nuestras pupilas
ni el perfume de los montes,
podrán ordenar el crimen
pero no tus ideas rebeldes.
Ahora duerme Samuel,
duerme y desata tu ilusión infinita,
como siempre,
miles de niños y jóvenes serán diferentes,
al fin diferentes,
como tu sonrisa.
Arrurru Samuel,
arrurru niño y joven ternura…!
SIN CONTACTO
Hoy,
entendemos la desnudez,
sin su caja mágica.
Poseídos,
no por un demonio,
por tecnología… que da igual,
un chip en nuestro cerebro,
sin cirugía, sin dolor,
sin pruebas materiales del crimen,
allí está,
sediento de mensajes,
de carne virtual.
Los nuevos hombres y mujeres urbanos y siderales,
han nacido,
a los viejos y tardíos
ha sacudido y embelesado este cambio.
¿Qué será de los jóvenes y los niños del siglo XXI?
¿Cómo será su mundo cibernético real
y su mundo cotidiano?
¿Y su migraña?
Ya no hay vuelta atrás…
se enfila veloz el futuro,
como cometa Halley
hacia las estrellas.
O siempre fuimos
mundo de ficción,
un espejo del alma de dioses lejanos
que aterrizan cada noche en nuestras sienes
y cada mañana eructan nuestros desechos
de piernas,
de brazos, de encéfalo…
Estamos podridos,
la carne ya no vale,
la ternura tampoco,
o es de otro tipo,
inimaginable,
metálica,
de plasma artificial impreso en tres dimensiones,
de células plásticas
y cuerpos de misiles intergalácticos,
que chupan el último bocado de alimento transgénico,
la última gota de sangre,
de nuestras angustias,
que calman sólo con pastillas transnacionales e interplanetarias…
¿A dónde hemos llegado…?
¡No! Si aún no llegamos,
apenas el viaje comienza,
recién hemos levantadonos de nuestras cavernas
e inventadonos modernos
y ya las escafandras nos enjaularon,
no nos dieron tiempo a respirar
el roce de la hierba en nuestros pies desnudos,
ni el brillo de la luna,
como queso de ilusiones
no como astro lejano,
el vértigo de las montañas
y el martillar de una espada.
Nuestra sangre se hizo aceite
y los fósiles espesos y negros
sirvieron solo para guerras y vanidades,
hoy cuentos del pasado,
nuevas luces y energías
nos halan a mundos desconocidos,
nos arrancan de nuestras poltronas,
de los brazos de nuestras madres y de nuestros hijos.
Que alguien detenga esta locura,
no la voy a soportar,
no quiero vivir para verla a plenitud,
aunque las vidas tampoco sean nuestras,
son del poder terrenal y del poder celestial.
Que nos digan de una vez por todas
¿cuál es la verdad?
¿Es la de las lágrimas,
la del vientre materno,
la del viento,
la de la sonrisa de mi hermana,
la del bocado compartido,
la del coraje, el absurdo y la tortura,
la de la tumba triste sin flores,
la de nuestra memoria
y la que siempre vivimos…?
¿Cuál es la verdad?
Que alguien me diga,
necesito susurren a mi oído,
para saber que existo,
que me miren de uno y otro lado,
para empujar juntos el filo de navaja que parece mi cuerpo,
al borde de un abismo con fondo de luz,
que me lleva a otro universo,
donde esperan nuestros santos adelantados,
nuestras vírgenes dormidas.
Vuela amigo, vuela…
vuela junto a mí,
mientras podamos,
mientras no cambien nuestras alas por cilindros de hidrógeno,
que no nos darán tregua…
Sólo quiero soledad,
la soledad de mi cueva y de mi gato,
de mi jardín de ilusiones y limones y guabas,
de malas hierbas benditas que crecen y me inundan,
me reconfortan,
me ensueñan.
Estoy agotado…
Espérame un momento…
Sólo un momento… por favor,
necesito respirar, recuperar,
un poco de mí,
que se ha escapado
en esta lucha sin sentido,
sin triunfos,
de penas.
Miro al cielo profundo,
que esta noche está azul,
las estrellas penetran por mis pupilas,
nos dicen con su lenguaje en cripta,
que allí está el futuro… y nuestro pasado,
ya no somos terrenales,
nunca lo fuimos,
nunca fuimos reales,
no pudimos serlo, comiéndonos entre hermanos,
chamuscando los pueblos vecinos,
diez mil novecientos kilómetros
que separan Washington de Hiroshima,
son nada,
son mis hermanos… con otras palabras,
nunca fuimos reales,
sólo un juego experimento,
el dolor no llega a la distancia,
sólo está en la intimidad,
de nuestro cuerpo y de este mundo pequeño.
Ayayay madre…
¿Por qué existe el dolor madre?
¿Por qué intuimos que vivimos madre?
¿Por qué existes tú madre?
¿Por qué no somos polvo cósmico insensible?
Que deambula incesante
entre el tiempo y la energía,
entre el supuesto de este día
y este mismo lugar…
al absoluto del infinito
que nos está tragando.
Que alguien detenga esta locura!
JUBILEO…
Jubileo de verdad,
fractura repentina,
pero, en un mundo de libertad,
al fin de añeja nuestra libertad,
aunque a medias libertad,
sin tarjetas, ni huellas.
No se alcanza a entender,
no al menos el primer impacto.
¿Tu rol en la vida terminó?
¿O al menos una parte vital?
Ya no eres necesario
para una justificación burócrata,
o un acto público bendecido,
aborrecido,
tu vida se vuelve más privada
y por ello más tuya,
de los tuyos.
Puedes no ir a votar
o no ser más carne de cañón,
pero te vuelves más sigilo
en los detalles cotidianos.
Que sabrosa una tarde irresponsable
¡Viva la irresponsabilidad!
No importa lunes o domingo,
sólo importa tu copa de vino,
y tu jardín,
tu novela a medio leer
y la música del recuerdo
Rock, Bach y Yaraví.
Sólo importan los nietos y sus proyectos,
sus preguntas y sus sonrisas,
sus progresos infinitos.
El ciclo vuelve a surgir,
más no sabemos su destino.
Desconcierta y angustia
el sendero de las estrellas.
Tampoco es hora de lamentos,
no debería ser así,
sólo de paz,
recogida en el dolor,
de los huesos,
y del alma, que abarca más dolor,
por lo que ya no podremos hacer.
Un TRILCE cruza nuestros caminos,
lo vamos a rescatar,
a amamantar,
a enjugar,
a afirmar,
como música de violonchelos y de zampoñas,
aroma a flores exóticas
y a comida de la abuela,
a postres de canela
y café con yuca asada en el fogón humeante.
Detén esa cometa, que se eleva sin control,
que se lleva nuestros sueños
y nuestros deseos in-cumplidos,
escritos en servilleta,
que se quema en la brasa,
no la podemos salvar.
Ha llegado nuestra hora de olvidos,
de rótulos en la bacinilla,
y en la cama,
y en las pastillas de cada día y cada noche,
vueltos a recordar
y vueltos a olvidar,
como el nombre de los hijos,
y del padre,
y de los días,
y de los espacios,
y del espíritu santo,
sangrantes,
pesados,
obtusos…
Pero, nos queda la alegría
de llegar,
después de haber sido
y de haber disfrutado el camino empedrado,
que nos conduce a la calma.
Bienvenidos los seres de las tinieblas…
y de la luz.
REINVENTAR LAS CANCIONES
Urgen nuevos himnos,
hermanas,
hermanos,
inventen nuevas tonadas,
compañeros inclaudicables,
navegen por nuevas letras
y reconstruyan metáforas.
A ustedes poetas y trovadores les hablo,
les grito desesperado,
les exijo…
Reconstruyan la dignidad.
La historia… ¡qué historia!
no podrá contarse de otra manera
que finja aliviar el corazón oprimido.
Como en feria…
mercado de cachivaches,
miserables,
arrebataron no sólo el futuro y la esperanza,
arrebataron, con parodias voces,
los versos, los silencios y los contraltos,
los nuevos “revolucionarios”,
que nunca fueron.
¿Desde cuándo
las revoluciones se hacen sin revolucionarios?
los verdaderos,
sino con bandas mafiosas
que en sus tarimas denigran
nuestras melodías,
nuestras estrofas sagradas.
Ay hermano,
ni siquiera sé el límite,
dónde están,
dónde se esconden,
hoy críticos, mañana garroteros,
usurpadores…
Huyan a Miami o a Bélgica,
desentierren sus colchones de billetes,
viajen a sus paraísos…
Que dolor hermano,
nada se escapó…
ni siquiera nuestra poesía
ni siquiera nuestras canciones…
Llora hermano,
llora hermana,
pero ríe por los días de libertad,
que un día vendrán,
con guitarras, violines y tambores!
REFLEXIONES CANAS
“Los atardeceres pertenecen a las sombras… Desaparecen, se los traga la oscuridad.”
(Ángela Becerra, Lo que le falta al tiempo)
En cierta medida,
a los viejos nos ocurre,
somos sombras de un pasado,
por más luminoso que éste haya sido.
Arrumados a una silla
en nuestros viejos hogares
que huelen a rancio
o exiliados a la fuerza en un centro de cuidado,
somos sombras que se alargan
hasta desesperar a los hijos cansados.
Basta que alguna vez nos digan “viejos de mierda”
para convencernos de que no hemos sido justos…
y ¿quién puede decir que lo ha sido
o ha pretendido serlo?
Caemos derrotados y pisoteados cada noche
y despertamos al día siguiente
derrotados y pisoteados también,
la noche y el sueño no nos redimen,
aunque soñemos en flores de jardines perfumados,
aunque volemos en nuestros sueños
en orgasmos que no llegan,
aunque disfrutemos en esos sueños
y no nos inmutemos por el frío que cala
más que los infinitos inviernos que vivimos en nuestro prolongado camino.
Pero… espera hermano, espera hermana,
que no nos trague la oscuridad,
que ello nunca suceda,
porque ese momento seremos polvo sin recuerdo
y no nos merecemos.
Queremos al menos decidir cómo será nuestro reencuentro con la tierra,
inventemos un himno nuestro
que nos guíe cantando nuestros pesares y nuestras alegrías
hacia un amanecer,
que ya no será nuestro sino de los sobrevivientes,
que no siempre son de carne sino legados nuestros,
tejidos, pintados, escritos, llorados, diseñados, atrapados en nuestra retina, cantados…
AMAR
Con añejo amor,
disparejo,
zambullido,
llorado,
sufrido,
al borde del abismo…
pensado y repensado
precipitado,
inconfeso,
des-besado y des-cubierto,
en vértigo rayo.
Exquisito amor,
capulí,
néctar de flor hembra
y vino domado,
con años de paciencia,
vana,
tonta,
ilusa.
Pedazo de odio,
atrapado en amor divino,
sin rienda,
con coraje,
enredado…
en justos pecadores
y sueños imposibles.
Maldito amor,
loco,
arrebatado,
in-pensado,
presente.
¿De dónde surgiste?
Ayer,
hoy,
¿Y cuándo piensas marcharte?
Una señal…
que nunca llegará.
Amor – dolor,
pero en fin…
¡Amor!
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