Cinco partes de muchos todos

Cinco partes de muchos todos

Betty Font

06/08/2018

Corazón árido

Corazón Árido

Puedo sobrellevar la sequía

hasta la promesa de rocío.

Pero no puedo manantiales brotar

por mis dedos ardientes de vacío.

De nuevo argumento:

¿de qué esperas desangro mi tiempo?

Sólo molinos de viento sin brisa.

Brisa que sólo destila silencio.

Violenta ceguera

del egoísmo insaciable.

Gladiadores ignorantes

conducen esclavos

al circo del hambre.

Equilibrio quebrado

cuando unos pocos

ahogan la protesta

en ríos de hipocresía.

¿Ayudar o dañar?

Allí está el germen

del único cambio:

derrumbar el circo

enterrar gladiadores

y despejar de nubes el cielo

para que se vea la luz.

Esto por aquello

Permuto una gota de mi sangre

por una del licor mágico del conocimiento.

Cambio un corazón deshabitado

ignorante de amor correspondido

por uno nuevo ennoblecido

con tan exótico sentimiento.

Me gustaría intercambiar

la flor seca que me regalé

por una rosa fresca

para secar entre las páginas de mis brazos.

Permuto una de miles de caminatas solitarias

en playas, bosques y llanuras

por “una sola” en compañía

de quien valore estar conmigo.

Puedo canjear un ritmo enloquecido

por una melodía desencadenada

envuelto mi cuerpo por ese alguien ignoto

a media luz, ajenos al mundo.

Permuto tantas soledades

por aunque sea “una vez” compartir:

un beso en navidad

una caminata en el atardecer adormecido

de mi vida. Un libro, una película

y un sobrevuelo de alas de poesía

por sobre la isla de mi mundo

en este océano de desencuentros.

Eran doce

Eran doce desparejos agujeros en el mantel de hule floreado.

De memoria aprehendidos mientras “la Nona”

preparaba el desayuno de fiesta para la nieta callada

de mirada triste.

El tiempo se llevó los adobes dejando los frutales viejos

encorvados sus ramajes.

El molino cruje libre

y su estanque refleja lo que no volverá a ser.

El trigal ocupa la cocina de mi abuela.

Siento que invadida de malezas

desde aquel tiempo se encuentra mi memoria.

Rabia En la lluvia

Relámpagos de bruma peltre

diluvian decepciones

sobre el aroma a tilos húmedos

en la rabia de esta lluvia.

Truenos soberbios

hienden sorderas

de corazones enclaustrados en la soledad milenaria

de grandes multitudes gastadas.

Y yo aquí, parodiando compañías

de hojas en blanco

y silencios repletos con el alma penitente

de fantasma de torre

sólo que “viva” y plena de sabia hiriente

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