Corazón árido
Corazón Árido
Puedo sobrellevar la sequía
hasta la promesa de rocío.
Pero no puedo manantiales brotar
por mis dedos ardientes de vacío.
De nuevo argumento:
¿de qué esperas desangro mi tiempo?
Sólo molinos de viento sin brisa.
Brisa que sólo destila silencio.
Violenta ceguera
del egoísmo insaciable.
Gladiadores ignorantes
conducen esclavos
al circo del hambre.
Equilibrio quebrado
cuando unos pocos
ahogan la protesta
en ríos de hipocresía.
¿Ayudar o dañar?
Allí está el germen
del único cambio:
derrumbar el circo
enterrar gladiadores
y despejar de nubes el cielo
para que se vea la luz.
Esto por aquello
Permuto una gota de mi sangre
por una del licor mágico del conocimiento.
Cambio un corazón deshabitado
ignorante de amor correspondido
por uno nuevo ennoblecido
con tan exótico sentimiento.
Me gustaría intercambiar
la flor seca que me regalé
por una rosa fresca
para secar entre las páginas de mis brazos.
Permuto una de miles de caminatas solitarias
en playas, bosques y llanuras
por “una sola” en compañía
de quien valore estar conmigo.
Puedo canjear un ritmo enloquecido
por una melodía desencadenada
envuelto mi cuerpo por ese alguien ignoto
a media luz, ajenos al mundo.
Permuto tantas soledades
por aunque sea “una vez” compartir:
un beso en navidad
una caminata en el atardecer adormecido
de mi vida. Un libro, una película
y un sobrevuelo de alas de poesía
por sobre la isla de mi mundo
en este océano de desencuentros.
Eran doce
Eran doce desparejos agujeros en el mantel de hule floreado.
De memoria aprehendidos mientras “la Nona”
preparaba el desayuno de fiesta para la nieta callada
de mirada triste.
El tiempo se llevó los adobes dejando los frutales viejos
encorvados sus ramajes.
El molino cruje libre
y su estanque refleja lo que no volverá a ser.
El trigal ocupa la cocina de mi abuela.
Siento que invadida de malezas
desde aquel tiempo se encuentra mi memoria.
Rabia En la lluvia
Relámpagos de bruma peltre
diluvian decepciones
sobre el aroma a tilos húmedos
en la rabia de esta lluvia.
Truenos soberbios
hienden sorderas
de corazones enclaustrados en la soledad milenaria
de grandes multitudes gastadas.
Y yo aquí, parodiando compañías
de hojas en blanco
y silencios repletos con el alma penitente
de fantasma de torre
sólo que “viva” y plena de sabia hiriente
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