Manos
Miro mis manos y las veo tan vacías,
intento recordar en ellas las sensaciones,
las caricias.
Cierro los ojos
y dibujo en el aire tu silueta,
puedo sentir en la yema de mis dedos
el calor de tu cuerpo,
tus muslos,
la curva de tus caderas,
en la palma de mis manos
tus pechos,
la suave dureza de tus pezones,
la caliente humedad de tu aliento,
un suspiro,
cierro mi mano y disfruto de la sensación,
siento un escalofrío.
Tu pubis,
solo me quedo ahí, quieto,
siento un palpitar y por un momento
se que mi corazón
se ha mudado del pecho
y ha encontrado acomodo en tu sexo,
siempre tu sexo.
Aparto mis manos,
las aparto de nada,
y de todo,
juego, con los ojos aún cerrados,
con mis dedos recorro las palmas de mis manos,
suavemente,
intentando recordar en ellas
lo que mi mente hace tiempo que ha olvidado,
las acerco a mi cara
aspiro
esperando encontrar algún resto de tu aroma
el olor de tu cuerpo, de tu sexo,
nada.
Cierro los puños,
los aprieto hasta herirme,
intentando atrapar lo que aún queda de ti
y siento
que intento capturar tan solo aire.
Abro a la vez manos y ojos y miro
y solo veo manos vacías
incapaces, también ellas, de mantener,
vivo,
tu recuerdo.
Aprenderte
Desnuda ante mi buscarte,
en cada poro de tu piel, en cada pliegue.
Escuchar cada nota, sinfonía susurrada, emitida por tu cuerpo,
cada gemido, cada suspiro, cada silencio.
Acariciarte hasta que mis manos sean capaces de recordar,
en tu ausencia,
cada textura, cada reacción de tu cuerpo.
Besarte y no dejar ningún espacio en tu piel sin haber sido,
por mis labios, poseído.
Sentir en la yema de mis dedos las distintas transiciones,
tu piel, atlas perfecto de ti misma,
enredarme, perderme en tu vello,
y encontrarme contigo,
una y otra vez, en tus labios.
Mirarte con los ojos cerrados,
y cegarme, con tu deslumbrante belleza de mujer real,
al abrirlos.
Y en la madrugada, con la luz del alba,
llenarme de ti, aspirarte,
para, durante el día, olvidarte,
y volver a tener, cada noche,
el inmenso placer de volver a aprenderte,
y a mi contigo.
Buscando el mar
Tanto tiempo buscando el mar
y siempre ha estado ahí, dentro de ti,
lo sentía en mi boca y lo escuchaba,
bendita prisión,
en la caricia de tus muslos.
Tanto tiempo buscando el mar
y eras tú
las olas tus pechos y la curva de tu cadera
y sentir mi ahogo, tan dulce,
al sumergirme en tu abrazo.
Tanto tiempo buscando el mar
y siempre ha estado ahí, dentro de mí,
ahora lo se porque lo saboreo
y lo siento correr por mis mejillas
cuando te extraño.
Reencuentros
Juguemos,
volvamos a ser dos niños,
sin pasado, sin recuerdos,
seamos dos recién llegados,
descubriéndose de nuevo.
Dejaré que me sorprendas
intentaré sorprenderte,
no pienses más, solo siente,
abandónate en mis brazos,
quiero entre ellos tenerte.
Aparta la sensatez,
atrévete a atreverte,
arriésgate a equivocarte,
juega olvidando las reglas
y si se pierde, se pierde.
Que cuánto peor sería
que por miedo a la derrota
que tú, que yo, que nosotros,
no pudiéramos vivir
nuestros diarios reencuentros.
Penitencia
Con la penitencia de tu ausencia
purgo el precio de mis pecados.
Con el dolor de tu indiferencia
pago el coste de mis errores.
Con la consciencia de tu lejanía
asumo la certeza de mi soledad.
Pero es el sentir tu tristeza
lo que me rompe por dentro,
me hace más daño tu dolor
que el mío propio
que es, al fin y al cabo, merecido.
Abrazo
Abandonado en tus brazos,
sin lucha, rendido a ti,
en ti.
Tú, entregada,
abandonada en mi pecho,
sin sumisión.
Dos piezas de un puzzle
en un encaje perfecto,
en su propia imperfección.
Sin hablar,
pero diciéndonos tantas cosas
en el atronador silencio del abrazo,
que es absurda la palabra.
El calor de tu cuerpo,
el frenético latir de tu corazón,
¿o es el mío?
Y constatar, en el adiós,
el frío que siento
lejos de tus brazos.
Dejé
Dejé de soñar contigo,
aún sin saber quien eras,
cuando al fin te puse rostro,
llenaste vacías estancias
en un pecho triste, fosco.
Dejé de anhelar tu imagen,
aún sin saber como eras,
cuando me diste tu cuerpo
y me dejaste fundirme,
confundirme en tu deseo.
Dejé de desear tus besos,
aún sin saber su sabor,
cuando fueron tus labios
los que exploraron mi piel,
y los míos tus misterios.
Dejé de ansiar escucharte,
aún sin conocer tu voz,
al susurrarme en secreto
palabras que consiguieron
enardecer mi deseo.
Dejé de pensar ideales,
siempre por mi inalcanzables,
cuando en dulce cataclismo
aterrizaste en mi vida
tan verdadera, entrañable.
Buscando
Buscando un sol brillante,
me quedé perdido en las estrellas
con destellos menos claros.
Buscando un cielo azul,
me dejé enredar en las nubes
llenas de humo y tormentas.
Buscando un coral rojo puro,
me enganché con las gorgonias
bellas pero incomparables.
Buscando un diamante límpido,
me cegué en violetas amatistas
que nunca tendrán su brillo.
Buscando el verso perfecto,
me ahogué en mares de tinta
para no escribir tu nombre.
Buscando un amor sincero,
me despisté en burdos romances
en los que no hallé consuelo.
Buscando, siempre buscando,
siempre encontrando disculpas
para negar lo que he hallado.
Cobarde
Cuantas veces hubiera querido ser valiente,
raptarte y huir contigo,
vencer por fin mis temores
y simplemente avanzar, sin miedo al acantilado.
No dejar que mis heridas, mis queridas cicatrices,
me entorpezcan correr riesgos,
ser capaz de reintentarlo,
apostar mi resto al rojo, a la vida, a tus abrazos.
Pero me rendí hace tiempo, claudiqué,
juré que no recaería,
no es por mi miedo a sufrir,
es temor a otro fracaso y pánico a hacerte daño.
Una y otra vez me miento, de nuevo soy un cobarde,
vuelvo a esconderme en disculpas,
a apartarte de mi lado,
mientras a mi corazón, simplemente lo desangro.
Contradicciones
Como criticar tu libertad,
libre te conocí y así te quiero
aunque querer encadenarte a mi
sea muchas veces mi anhelo.
Como aceptar tu corazón,
si tengo el mío congelado
aunque a veces si quisiera
al calor de tu pecho deshelarlo.
Como rechazar tu cariño
si cuando duermo contigo
anhelo una noche eterna
y que nunca llegue el alba.
Como no sentir tristeza
cuando se que te hago daño
al portarme como idiota
sabiendo que me das tanto.
Como pretender que entiendas
solo quiero que te vayas
que busques en otros brazos
lo que se que en mi no hallas.
Como pretender que entiendas
que no quiero que te vayas
que quiero sentirte cerca
y saber que me acompañas.
Como pretender que entiendas
que durante tanto tiempo
ni tan siquiera yo mismo
soy consciente de que quiero.
A veces
A veces lloro cuando escucho una canción
porque cada verso, cada estrofa,
me recuerda un instante contigo.
A veces me sobrecojo cuando en el nombre de mujer
que canta el cantor
intuyo el tuyo.
A veces sufro en el sufrimiento del poeta
porque yo no se decir, como hace él,
cuanto te extraño.
A veces miro extasiado al niño que llora, desolado,
porque yo soy incapaz de hacerlo,
y siento que me ahogan las lagrimas por dentro.
A veces me miro en el espejo y busco al que fui,
y solo encuentro retazos,
retales que conforman un rostro desconocido.
A veces miro dentro de mí, buscándome,
y encuentro tus besos, tus caricias, tus silencios,
y yo no estoy.
A veces me entran ganas de rendirme,
reconocer mi derrota y buscar, en otros brazos,
los pedazos que me faltan.
A veces solo me siento solo.
Y no estabas
Ayer te llamé
Y no estabas
Hablé contigo
Y no estabas
Te vi desnuda
Y no estabas
Puse mi mano en tu espalda
Y no estabas
Sentí erizarse tu piel
Y no estabas
Te hice el amor
Y no estabas
Sentí tu humedad en mí
Y no estabas
Creí morir en tus pechos
Y no estabas
Te oí reir y llorar
Y no estabas
Sentí tu olor en mi cuerpo
Y no estabas
Me dormí abrazado a ti
Y no estabas
Creí que estabas conmigo
Y no estabas
Ausencia
Escribo poesía, ahora lo se,
solo para, de vez en cuando,
leerme
y recordar, como si fuera de otro,
el dolor que siento
cuando me acosa tu ausencia.
Dormir contigo
Despertar en mitad de la noche
e intuir, en el tenue contraluz de la ventana,
las adorables curvas de tu cuerpo,
apenas cubierto por las sabanas.
Abrazarte y escuchar tu sonrisa
mientras me acoges y estrechas mis manos,
nunca se si estas dormida,
prefiero pensar que sueñas.
Aspirar en el abrazo
el aroma que desprende tu cuerpo
e intentar absorberlo para llenarme de ti
y sentirme, vacuo anhelo, saciado.
Acompasar nuestra respiración
y dejarme mecer, recostado en ti,
en el rítmico vaivén de tu espalda
mientras sueño en soñar contigo.
En la playa
Avanzas por la arena y ella, reconociéndote,
coral o madreperla,
se abre a ti, se adapta, te envuelve
intentando retenerte y que no la dejes.
El agua se desliza por tu cuerpo,
recorriendo lugares recordados,
y una lagrima de mar, añorándote ya,
abandona tu ombligo.
Mientras el sol y yo, hombres al fin,
sonreímos complacidos
con el regalo de ver, una vez más,
tu cuerpo desnudo.
Y siento envidia,
del mar, del sol, de la arena,
sabiéndome incapaz de, como hacen ellos,
poseerte en toda tu hermosa integridad.
Hoy volví a soñar contigo
Hoy volví a soñar contigo,
he soñado que dormías
y creí ver que en tus labios
se intuía una sonrisa.
Tus senos, rítmicamente,
suavemente se mecían,
puse mi mano entre ellos,
la sonrisa era ahora mía.
He pasado con mis dedos
por tu espalda, tu aún dormida
y sentí el escalofrío
que entera te recorría.
Con miedo rocé tu vientre
despertarte no quería,
quise fundirme en tu pubis
y dejar en él mi vida.
Soñé que yo era aire,
que en aire me convertía
que rodeaba tu cuerpo
y toda tu piel cubría.
También soñé que era piel,
que era tu piel, no la mía
y que en ella, en cada poro
eras por mi poseída.
Luego soñé que soñaba
y realmente no sabía
si eras real o un ensueño
más despertar no quería.
Te he soñado desnuda,
te he soñado dormida,
he soñado que soñabas,
que era yo el que dormía.
Almas
Nunca es tan bella la mujer
como cuando es consciente de que su belleza
no está en su exterior,
armazón de carne, piel y hueso,
simple envoltura de un alma.
Nunca es tan hermoso un hombre
como cuando es consciente de que su hermosura
no radica en su fortaleza,
absurda fachada, disfraz,
que esconde tan solo un alma.
Nunca es tan bello un hombre,
ni hermosa una mujer
como cuando ambos, frente a frente
son capaces de soportar, sin miedo,
sus miradas.
Cuando más allá de las vestiduras
estúpidos apósitos que ocultan
lo que no es más que un regalo, un don,
vasos cánopos corpóreos,
recipientes, custodios de almas.
Cuando más allá de la dermis
de la carne, de la sangre,
de vísceras, de benditas inmundicias,
de todo lo que expira
en nuestro viaje terreno
Cuando ambos saben, o tal vez solo intuyen,
que la conexión existe
que sus cuerpos, solo herramientas a su servicio,
les permiten materializarla
en un acto mundano, humano al fin,
y sublime, a la vez, en su física belleza.
Cuando dos almas bellas, hermosas, se encuentran
y usan para hacerlo, para unirse, dos cuerpos,
hermosos, bellos,
como lo son los envoltorios que esconden riquezas
como lo son los que saben que solo son envolturas
como lo son los que saben que solo son instrumentos,
para un único fin,
ser amor.
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