Mi nombre es Rufus Stankovic. Mi trabajo, hacer que puedan dormir tranquilos cada noche, habiten en el planeta que habiten. Para que puedan entenderme, es necesario que les explique qué es y cómo actúa un colonizado. Síganme durante las siguientes 959 palabras y lo comprenderán.
En la tercera generación de cyberautómatas se desarrollaron ampliamente los implantes cerebrales orgánicos, que permitían a los portadores desarrollar sinapsis básicas y crear neuronas nuevas en campos específicos para los que estaban destinados. Podrían aprender por sí mismos y tomar decisiones propias en la ejecución de procesos reglados.
Pronto se descubrió que antes de que las nuevas neuronas establecieran sinapsis terminales y se anclaran a circuitos cerrados de procedimiento, era posible dislocarlas injertando nanoreceptores digitales, reconducir sus funciones primarias y establecer interconexiones entre individuos mediante códigos de transferencia digital, creando una red enjambrada.
Se conoce como larvado al cyberautómata de tercera generación al que se ha realizado un implante sináptico. Una vez activado el implante con una misión concreta, los larvados actúan como un enjambre, como un ejército coordinado. Perciben como un todo la actuación colectiva y adaptan sus estrategias de intervención individual a la misión encomendada. En esta fase pasan a llamarse colonizados. Son ejecutores efectivos y desarrollan conciencia de pertenencia a grupo, tal que una hormiga o una abeja a su colectividad.
Su intervención fue vital en las conquistas intergalácticas de la Quinta Centuria y en la exploración de nuestro único universo paralelo habitado hasta ahora.
El gran contingente de colonizados fue desactivado tras la firma del Tratado Galáctico de Paz Perenne de 2617, debido a la desconfianza que originaban ejércitos autónomos con fidelización colectiva. Fueron infectados mediante un virus de fragmentación espiral, que desactivaba definitivamente los nanoreceptores digitales. Sus funciones volvían a ser las propias de un cyberautómata de tercera generación al uso, aptos para prestaciones domésticas e industriales.
El problema surgió cuando individuos colonizados se vieron expuestos a la radiación originaria latente en el cosmos, al atravesar las naves que los transportaban, el flujo energético del umbral de incertidumbre de un agujero negro. La radiación produjo vectores de fisión que anularon los efectos del virus; en consecuencia, los nanoreceptores acumularon parámetros esenciales de la memoria de pertenencia al enjambre, generando el embrión, de lo que más tarde, sería una conciencia propia, renuente y refractaria a las órdenes recibidas.
Con absoluta apariencia humana, como corresponde a su generación, capaces de regenerar la epidermis y el cabello, interpretar códigos sensoriales, emitir juicios, razonar e incluso interactuar con emociones básicas, decidieron adoptar una identidad y una vida de humano estándar, pero con una contrapartida que solventar. Para mantener un organismo pleno y un tono vital adecuado, un autómata de su nivel necesita regenerar su plasma sanguíneo sintético una vez al año completamente. Sin acceso a las UFC (unidades de filtrado centrífugo) de laboratorio, solo les quedaba una vía. Buscar una fuente vital alternativa. Un humano.
Actúan como viejos vampiros. Disgregados en parejas estables, se esconden tras una vida anónima y planean cuidadosamente la elección de sus víctimas. Por lo general, individuos sanos con altos parámetros de desarrollo vital. Usted mismo.
De ahí la importancia de mi trabajo para su seguridad. Soy Científico-Jefe de la Unidad de Detección de Autómatas Infectados. Eliminarlos es mi cometido.¿Cómo? Para ello déjenme que les cuente la historia de William y Elizabeth Brown en las 444 palabras restantes.
La pareja consiguió ocultarse durante más de dos décadas. Se instalaban en grandes ciudades superpobladas en órbita. Sus fuentes económicas, necesarias para alquilar nichos-cápsula de reposo y realizar el consumo pertinente para no levantar sospechas, provenía de la apropiación de bienes y finanzas de sus víctimas. A fecha de su detención, dejan un rastro tras de sí de 68 víctimas. 50 necesarias para la renovación del plasma. El resto, víctimas colaterales.
La mayoría de las veces es la minuciosa investigación criminal, el seguimiento de pistas o denuncias ocasionales lo que nos lleva hasta ellos. En el caso de William y Elizabeth, fue su actuación más humana la que, paradójicamente, los delató.
La noche de Acción de Gracias se produjo un incendio a las 2:41 en el departamento donde vivían, provocado por exceso de cavitaje en los sistemas hidraúlicos de rotación. Rápidamente, se propagó a las galerías periféricas del personal de mantenimiento. William y Elizabeth se convertirían en los héroes de la noche. Esa fue su perdición.
En casos de emergencia, su cerebro alterno está programado para actuar automáticamente y proceder como unidad de socorro. En modo alerta, su organismo aumenta por mil los niveles de hemoglobina en sangre metabolizando el oxígeno residual de las células sin necesidad de la respiración ordinaria. Sin desfallecer, trabajaron en el rescate de las personas atrapadas conduciéndolas hasta las naves auxiliares de emergencia. Su actuación no pasó desapercibida para nadie. Ni para nosotros. Salvaron esa noche más del doble de vidas de las víctimas que ellos habían causado a lo largo de su aventura autónoma.
Todos los medios de comunicación galácticos se hicieron eco del caso, pero logramos evitar la alarma social. Se justificó su intervención como “ensayo experimental de protocolo antincendios espaciales”.
Hoy procederemos a su eliminación. Técnicamente, a su Insustanciación Desintegrada. El escáner aplicado muestra el núcleo de sinapsis implantadas en torno al nanoreceptor de origen, que aparece en rojo en la pantalla. La medición de constantes, el análisis de elementos estructurales del esqueleto y la composición de sustancias básicas de los órganos, identifican al organismo en cuestión como Cyberautómata RXD – 300 – INTLG.
A pesar de haber desarrollado una conciencia incipiente como seres autónomos, no expresan ni sienten nada ante el hecho de ser insustanciados. Sus ondas cerebrales permanecen inalterables. La expresión de sus rostros, neutra, amable. No imploran, ni expresan voluntad vital. Antes de ser conducidos a la Cabinas de Desintegración Atomizada, cruzan una mirada especialmente intensa. Probablemente, intercambian mensajes de despedida mediante un código interno de transferencia neuronal. Lo más parecido a un hasta nunca humano.
el código de desintegración
y dormirá más tranquilo esta noche.
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