LA ENTREVISTA DE TRABAJO

  LA ENTREVISTA DE TRABAJO

El sonido del despertador, sacudió todo mi cuerpo sobresaltando mi plácido sueño, y recordándome que a las 9 en punto tenía una entrevista importante de trabajo.

De un salto me puse en píe, sin recordar las recomendaciones de amigos y familiares, que insistían en que tenía que levantarme con el píe derecho. La verdad, no recuerdo cual fue el primero, pero debido a los acontecimientos, tuvo que ser el izquierdo.

-A pesar que el día anterior lo dediqué la mayor parte a prepararme para la entrevista, cuidando primero mi aspecto físico, fui a la peluquería, me depilé, escogí cuidadosamente el traje de chaqueta que debía ponerme, los zapatos, que no fueran ni muy altos ni muy bajos, (siempre he sabido que a los jefes no les gustan las mujeres más altas que ellos) el bolso acorde con los zapatos, las medias nuevas, todo impecable. Después, repase uno a uno todos mis documentos, los fui poniendo bien estirados y por orden cronológico, mi Currículum Vitae, mi Título Universitario, los cursos de postgrado, Master, los cursos de informática, los de la escuela de idiomas de Inglés, Francés, etc. los certificados de las prácticas, las recomendaciones de mis tutores de universidad, que conforme los iba ordenando más satisfecha me sentía de todos los esfuerzos de estos últimos años. Los metí en mi maletín, y lo dejé dormir al lado de mi bolso.

Llegue puntual y fui recibida por un hombre bien vestido, con traje azul eléctrico, camisa blanca, corbata a rayas, su edad bien podría estar entre los 55 y 60 años, con pelo canoso y gafas, después de tenderme la mano me ofrecerme asiento, coge la copia de mi Currículo y levantando la vista por encima de sus gafas, si más preámbulo empieza a preguntar:

¿Está usted casada?

-no

¿Con quién vive usted?

  • Vivo con mi novio.
  • de momento no lo tengo pensado, primero quiero estabilizarme laboralmente.
  • lo miro atónita, y quedo en silencio.

¿Tienen Hijos?

– no

¿Piensan tener hijos pronto?

Pero si los tuvieras pronto ¿quién se los cuidaría?

El, prosigue diciendo, tenga usted en cuenta que las mujeres pierden muchas jornadas laborales a causa de los niños y esta empresa es muy seria y tratamos de evitar al máximo el absentismo laboral, ya que como bien sabrá, económicamente se han llegado a contabilizar pérdidas de hasta 20 jornadas/año por cada mujer que tiene hijos menores de 15 años.

Por ese motivo me veo en la obligación de preguntarle:

¿Piensa tener hijos en breve?

-lo miro… mis pupilas se dilataban por momentos.

No entendía esta clase de preguntas, me aturdían, no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, había intentado elaborar un guion sobre mis conocimientos, aptitudes, capacidades, incluso me había preparado para cualquier pregunta relacionada con la empresa, quienes eran, qué productos elaboraban, cuantas personas trabajaban en ella, proyección de mercado, etc… Pero esto me descuadraba, y mis nervios no podían soportar este bombardeo de preguntas absurdas, así que me puse en pie, apoyando mis manos en su mesa y mirándole directa y fijamente a los ojos dije:

“Llevo toda mi vida estudiando, he sido número uno de mi promoción, he realizado cursos de postgrado, tengo un Master en Investigación, realicé mis prácticas en “ABBY” una de las empresas más importantes de Reino Unidos, hablo cuatro Idiomas, y todo lo que se le ocurre preguntar es si estoy casada o tengo hijos, o voy a tenerlos pronto – mi voz iba elevándose de tono – ¿Qué clase de persona es usted? Y usted ¿tiene hijos? ¿dejó su trabajo para cuidarlos? O pasó de ellos, delegando el trabajo a su mujer, y ella es una de las que forman esa estadística de la que habla mientras usted es el empleado del año.”

Con todo el odio y desprecio que fui capaz le mire y sin más palabras di media vuelta y salí de su despacho con paso firme y una crispación en todo mi cuerpo que bien vino a pagar mi maletín, pues al cogerlo con ese ímpetu, se abrió y empezaron a volar todos los papeles en medio del pasillo.

La rabia invadió mi cara, roja de vergüenza me agache y empecé a recogerlos a toda prisa, los documentos que parecían cobrar vida, volvían a caerse otra vez como si no quisieran entrar en el maletín, que tan cuidadosamente había preparado la noche anterior, pero incluso arrugados, tenían que entrar.

Oí unos pasos a mi derecha, unos pies de hombre se pararon, era el Sr. Sánchez que amablemente me preguntaba si necesitaba ayuda. Le mire negando con la cabeza y le di las gracias, ya más calmada metí el último de mis documentos y salí.

Habían pasado tres horas desde la dichosa entrevista, ya había llorado bastante, y la rabia había disminuido, ahora estaba relajada y un poco enfadada conmigo porque lo peor de todo es que no aprendía, pues esta era la quinta entrevista en el último año, y a pesar de gustarles mi Currículo, no les gustaba que fuera mujer, todavía los puestos de responsabilidad eran de hombre.

Basta echar un vistazo en cualquier oficina, las chicas, mayoritariamente licenciadas, ocupan puestos de auxiliares, con salarios inferiores a los hombre, y los hombre en su mayoría, ni siquiera tienen el bachillerato (hablamos sobre todo los mayores de 50 años). Pero esto no es todo lo malo, sino que las propias mujeres preguntamos al entrar en cualquier empresa “Señorita esta su jefe”, dando por sentado que ella es la secretaria y el jefe un hombre ¡ No estoy de secretaria de nadie! Aunque sí, soy mujer.

Al igual que Cati Scarlata O`Hara, en “Lo que el viento se llevó”, yo también digo que pongo a Dios por testigo que no pasaré más “ENTREVISTAS”. Y al igual que el final de la película termino con un MAÑANA SERA OTRO DIA.

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